martes, 14 de mayo de 2013

Esa noche

Pasó la hora tan rápido
hacer las cosas a escondidas cansa
llego a la puerta de la casa
luces apagadas que anticipan terror
abro la puerta, ingreso en puntillas y cierro la puerta lentamente
Cruzo el vestíbulo
y por reacción miro a la izquierda
hay una lampara encendida
un olor a tabaco mentolado
llena mi nariz
en la sala hay una sombra
con el cenicero a cuestas
y el humo que se dispersa
temblando por el silencio
tu figura se encorba y de la  garganta se escucha:
-Donde has estado?
- Tenía muchos lugares por conocer
-Y lo harás a menudo?
- Tanto como se requiera querido
Y solo se escucha el tabaco que se quema con mas fuerza
- Porque todo debe ser así
- Así lo has pedido, fielmente he seguido tus pasos
- Jamás quise que fuese así, tu rebeldía me oxida
- Es propio de mi, pero no puedes vivir con eso
- Puedo vivir contigo y todas las condenas que me dones
- Yo no puedo darte nada ahora

Encendí un cigarro, respiré y esperé, el tiempo se hacía mas largo así que sin respuesta alguna giré en mis talones hasta que hubo algo. Se levantó del sillón, cortó el viento con una daga y se  acomodó a mi lado, me tomó de la mano y me forzó a voltear.

No te puedo leer, no puedo seguirte, no puedo quedarme así, hay algo en ti que me imnotiza de una irrebocable manera. Se quedó en silencio, pegó su nariz a mi cuello, llevó sus dedos hacia mis labios, bajo por el cuello, se deslizaron hacia un lado dejando caer el tirante de mi vestido, recorrieron mi brazo y luego se detuvo.

- No se en que momento tu me has condenado
- En ninguna que yo haya querido por supuesto
- Y que debo esperar para que me dejes a tu libertad?
- Para conocer tu pesadilla?, el desgarro de cada día?
- Sólo déjame espiarte cuando duermes, dejame mirarte cuando te arreglas, dejame anhelarte cuando pasas a mi lado, dejame poseerte sin nisiquiera tocarte.
- Querido, no estàs seguro de lo que pides
- Entonces alejate de mi mente, entonces quiero dejar de pensarte, entonces renuncio a saber de ti...

- Podría desaparecer si quisiera
Sentí su fuerza rodearme por la muñeca y entre dientes dijo:

- Tu no te atreverías
- No me retes, hay cosas que puedo hacer sin dudar, tengo la sangre demasiado fría como para que algo me pueda afectar.

Me atrajo hasta el y dejó descansar su mano en mi pecho; cruzó una larga mirada conmigo para decir: Yo quiero lo
que tu quieres ahora y siempre.

Todo había terminado con un largo y deseoso beso...

No hay comentarios: